Homebrew Cask sin avisos de seguridad

Minientrada

Seguramente esto sea contrario a la política de seguridad de macOS, pero hoy no me ha quedado otra que instalar con Homebrew Cask una aplicación GUI que no está firmada y que por lo tanto no pasa la política de seguridad de macOS. Educadamente, macOS me invita a tirar el instalador a la papelera pero hace fallar a Cask, que no se espera esto.

Si hubiese descargado a mano el instalador, podría seguir las instrucciones habituales para abrir aplicaciones no firmadas: click derecho – Abrir, y olvidarme por hoy de este asunto. Pero, ¿click derecho en Homebrew? ¿Eh?

Bueno, mirando la página de ayuda del comando brew cask install, la opción que busco es --no-quarantine. Homebrew respeta las opciones de seguridad del sistema operativo y por defecto pone en cuarentena las descargas, igual que hacen los navegadores web, para que salte el sistema de seguridad de macOS al intentar usar el archivo y rechazarlo si no se puede identificar el origen de la aplicación.

% brew cask install foo --no-quarantine

Recomendaría usar con cautela esta opción, de todos modos, no sea que se instalen sorpresas en el ordenador por accidente.

Móviles, cajas, cargadores, auriculares

Minientrada

Mi segundo teléfono inteligente de la era moderna fue el Moto G1 en 2014. Un teléfono de la Motorola de 2013, cuya división de móviles era propiedad de Google. Fue un experimento para crear un móvil a precio de gama baja con prestaciones de una gama superior, antes de que otras marcas como Xiaomi o OnePlus lo hicieran. Antes de envejecer fatal, fue un buen teléfono para costar menos de 200 euros.

Para ahorrar costes, la caja del Moto G1 no traía ni auriculares ni cargador. He ido a consultar vídeos de unboxings de la época para comprobar que este dato es correcto. En su momento recuerdo comentarios en redes del tipo «no los vas a necesitar, seguro que ya tienes auriculares y cargadores por casa o que puedes comprar uno».

Mi tercer teléfono inteligente fue el Moto G4+ en 2016. Seguía sin traer auriculares, pero ya me daba igual, porque empezaba a tener mejores auriculares que usar. Traía cargador de pared compatible con Turbo Power. La notificación «Turbo Power conectado» sólo aparecía cuando se ponía a cargar con ese cargador concreto. En otros cargadores, tardaba horas en hacer una carga completa.

Me pregunto si el Moto G4+ hubiese traído cargador si los objetivos de la Motorola de Lenovo hubiesen sido otros. El mercado de móviles de precio bajo ya tenía nuevos competidores. La cuarta generación no buscaba ser un móvil barato, como generaciones anteriores. Además, sin un cargador no se podría presumir de la carga rápida, que empezaba a despegar por entonces.

Me hacen mucha gracia los memes al respecto de la ausencia de cargador y auriculares en el nuevo iPhone 12. Sin embargo, no es un concepto nuevo. Lo he estado viviendo en mis propias carnes en años anteriores. No quiero disculparles por esta decisión. Preveo que otras marcas que ahora ridiculizan esta decisión se subirán al carro dentro de un tiempo. Cuando se cargaron el jack de auriculares analógicos, el resto de marcas se burlaron de esta decisión también, pero a día de hoy muchísimos móviles Android se fabrican sin jack de auriculares. Hoy día esa decisión me duele menos, porque uso auriculares Bluetooth el 99% del tiempo. Pero de vez en cuando me encuentro con el caso en el que poder enchufar unos auriculares analógicos estándar a mi móvil me vendría bien, pero al ser un iPhone 11, eso me es imposible.

Sobre el naming peculiar del Apple Pencil

Estoy empezando a ver reviews del nuevo iPad de 8ª generación (el que presentaron el mes pasado) colándose por mis aplicaciones de noticias, y por supuesto les estoy echando un vistazo.

Es un poco pronto para cambiar de iPad. Mi iPad de 6ª generación funciona como el primer día, pero ahora que estoy adoptando un estilo de vida digital “iPad primero, PC después”, considero que es importante estar al día sobre los modelos que tiene a la venta (el normal, el Air y el Pro), para que cuando llegue el momento de hacer un cambio, sepa cuál tiene los casos de uso más aproximados a mi forma de usarlos.

Una de las cosas que más me llama la atención es que el nuevo iPad utiliza un Apple Pencil de 1ª generación, pese a que desde hace bastante tiempo, los modelos de iPad Pro usan un Apple Pencil de 2ª generación.

El Apple Pencil de 1ª generación es completamente cilíndrico, así que si lo sueltas sobre la mesa lo más probable es que ruede. Se carga por Lightning, enchufándolo directamente al puerto Lightning de la tablet. El Apple Pencil de 2ª generación tiene carga inalámbrica y se carga simplemente pegándolo magnéticamente al borde del iPad.

Sin embargo, tampoco entiendo esta estrategia de naming. Llamar 1ª generación y 2ª generación a unos dispositivos que tienen unos ciclos de vida paralelos resulta raro. Así de primeras suena como si el Pencil de 1ª generación estuviese obsoleto, cuando realmente es un dispositivo actualizado y necesario para poder utilizar un Pencil con una tablet más reciente que algunas de las que ya usan un Pencil de 2ª. No sé por qué se han inclinado por esta nomenclatura en vez de llamarlos de otra forma. Apple Pencil A y Apple Pencil B, o Apple Pencil y Apple Pencil Pro. A Apple le gusta mucho jugar con este tipo de naming, estoy convencido que hubiesen sacado algo similar.

Apple Pencil enchufado al puerto Lightning
Una manera de cargarlo un poco peculiar, pero por suerte esta abominación sólo tiene que ser presenciada los 30 minutos que tarda en estar cargado.

Sea como sea, me encanta mi Pencil de 1ª generación. Al principio dudaba sobre si sería una inversión rentable o tirar el dinero en un stylus muy caro, pero esto no es un stylus, es algo más. No sé como funciona y cómo la pantalla sabe cuándo la toco con el dedo o con el lápiz, incluso si lo hago a la vez, pero hace una magia que me gusta mucho.

La edad dorada del modding

Esta semana ha sido noticia la filtración del código fuente de Windows XP (y de otros productos de Microsoft) en internet. Multitud de interesados y periodistas se han metido a mirar en las tripas en busca de tesoros y, por supuesto, los trofeos han tardado poco en salir.

Entre carpetas, han hallado un tema visual para Windows XP basado en el viejo diseño que tenía el primitivo MacOS X de Apple. Este tema es inédito porque nunca vio la luz (se trataría de una versión interna y primitiva, e imagino que el departamento legal ni querría saber nada de él), ya que lo que el resto asociamos a Windows XP es su famoso diseño y colores, Luna.

Captura de pantalla de Windows XP
Luna. (Wikimedia Commons)

Todo esto me hizo recordar los buenos tiempos que nos dejó la década pasada hace tres lustros la personalización. Recuerdo haber tenido que reinstalar mi sistema operativo en multitud de ocasiones después de haber sobado tanto algunas de las DLLs del sistema que ni el propio Windows las reconocía como suyas.

Que Microsoft tuviese su propia versión interna de un tema tipo Aqua es llamativo, porque también es uno de los primeros riceos que recuerdo de mi máquina, tanto en Windows como en Linux, donde las opciones eran aún más grandes. Pero, evidentemente, también recuerdo el Vista Transformation Pack, para aparentar que «no es tan vieja mi máquina, puede parecer moderna». Y, años después y paradojas de la vida, la Clasic Shell para hacer que mi máquina no pareciese tan moderna en los días de Windows 7.

El modding de sistemas operativos y la personalización radical del sistema realmente es una idea tan vieja como los propios sistemas operativos. El Winamp Skin Museum, que apareció en foros hace ahora un par de semanas, es un buen testimonio de las posibilidades de personalización de finales de los 90 a principios de los 2000. O sea, no es una cosa reciente.

Sin embargo, el modding de la década de los 2000s llega en un punto interesante en el que internet se ha expandido lo suficiente como para crear nuevas comunidades en el contexto de las primeras redes sociales. Conexiones a internet más rápidas y más y mejores herramientas de diseño gráfico que lo que había antes. Y a la vez, en esa época los sistemas operativos todavía permitían cierto grado de personalización debido a la falta de restricciones y medidas de seguridad como las que traen hoy en día. En Twitter y Mastodon, la cuenta @osxthemes publica capturas de pantalla con temas para MacOS X, donde también hubo una época en la que esto también era posible.

Hoy en día, la personalización sigue estando ahí, pero cada vez está más arrinconada. Aún hoy, como en los viejos tiempos, siguen existiendo versiones de UXTheme para Windows 10. Sin embargo, tanto Windows como macOS tienen medidas de seguridad mucho más estrictas para impedir que se hagan modificaciones no autorizadas al sistema operativo. Siempre en nombre de la seguridad y de evitar malware, aunque sea a costa de impedirte como administrador de tu ordenador tocar dentro de ciertas carpetas privilegiadas.

Supuestamente, el mundo GNU/Linux sigue siendo más liberal con la modificación, pero la última vez que usé GNOME seguía teniendo que dar demasiados clics para poder escapar de la influencia de Adwaita (a pesar de que haya mejorado muchísimo estéticamente respecto a las primeras versiones). Otros entornos de escritorio opinionados, como Pantheon, también son igual de reservados a la hora de permitir hacer cambios a su interfaz.

Por supuesto, hoy día mis intereses han cambiado y ya no le doy tanta importancia a esto. Cuando tengo que sentarme a trabajar con un ordenador, lo único que quiero es completar mis tareas en la menor cantidad de tiempo. No le presto atención ni al tema que esté usando, ni siquiera a los temas de colores o las tipografías con las que escribo en mis entornos de programación. Sin embargo, no puedo evitar pensar en que he tenido suerte creciendo en una época en la que sí se dieron las condiciones para que, de verme interesado por lo de modificar el aspecto de mi máquina, haya tenido las herramientas y el permiso por parte de mi propia máquina para poder llevar esa creatividad al límite, aunque el precio a pagar fuese tener que formatear el sistema después de casi romperlo.