Los formularios en PDF son una mala práctica

Esta es una opinión subjetiva pero me voy a agarrar a ella y pienso morir defendiéndola: los PDF son un formato terrible para representar formularios interactivos. La administración pública parece que se ha agarrado a ellos como una lapa, y es algo que resulta entendible. Si el PDF ya representa de facto un documento digital, un PDF con formularios es visto como el equivalente digital a una hoja de papel que hay que rellenar, pero bajo mi punto de vista esto es un error.

Para empezar, una de las premisas del formato PDF es que tiene que ser una representación fiel y universal de un documento. Se supone que es una de sus ventajas. Un documento de Microsoft Word puede verse diferente en una versión un poco antigua, o si en vez de Word se está usando Google Docs, LibreOffice o Apple Pages. Una página web puede verse diferente en una pantalla pequeña. Pero un documento PDF se ve igual en cualquier lector y pantalla. Eso incluye colores, imágenes, textos, tipografías incluidas.

Sin embargo, en cuanto se introduce la noción de campo de formulario en un PDF, las cosas empiezan a cambiar. No sería la primera vez que empiezo a rellenar un formulario con el lector de PDF del navegador web, y me encuentro que el texto que pongo en el campo se ve diferente con respecto al lector de PDF de otro navegador web o el del sistema. A veces el texto se corta, o a veces no se alinea correctamente. No hay muchas confianzas en que un formulario PDF se verá igual en un lector o en otro.

Algunos formularios son tan complejos que directamente no funcionan en algunos lectores PDF del sistema. Normalmente la solución suele ser abrirlos con Google Chrome, pero eso ya involucra tener que descargar Google Chrome, hacer el trámite y luego desinstalar Google Chrome otra vez. Esto me hace ir más lento y me frustra tener que instalar una herramienta nueva cuando mi ordenador ya trae un lector de PDF o cuando en Windows me he tomado la molestia de instalar Sumatra (el mejor lector de PDF para Windows, tampoco me bajo de esta opinión).

Este mes, para empadronarme en Madrid, tuve que rellenar el formulario PDF con la solicitud. El formulario de empadronamiento del ayuntamiento de Madrid no solo tiene un formulario sino que también contiene código JavaScript (por supuesto que un PDF puede contener JavaScript) que tiene que evaluarse tras escribir un campo para validarlo y avisarte si te has saltado un campo obligatorio. Para hacer ese trámite, tuve que descargar Adobe Acrobat porque ni siquiera Google Chrome era capaz de ejecutar correctamente las validaciones e incluso era incapaz de mostrar uno de los campos en el que había que elegir desde un menú el nivel de estudios. Hacía mínimo 10 años que no instalaba Adobe Acrobat. No podía evitar tener la sensación de que cuanto más tiempo pasase ese programa instalado en mi ordenador, más probable es que al día siguiente me saliesen iconos nuevos abriéndose sin mi permiso o algún botón apareciendo en mi navegador.

Nunca tengo claro qué debo hacer con un formulario PDF después de rellenarlo. No sé si con descargarlo si estoy en mi navegador, o con guardar una copia si estoy en una aplicación, será suficiente. No sé si tengo que darle al botón imprimir para que se quede la información que he metido. Haga lo que haga, tengo que asegurarme de abrir la segunda copia antes de cerrar el original para ver si realmente mi información está ahí o si la he perdido. A veces la segunda copia es completamente plana y no se puede volver a modificar, pero a veces la segunda copia sigue siendo otro formulario, por si quiero seguir haciendo cambios.

El formulario de empadronamiento del municipio de Madrid tiene un botón llamado Imprimir que resuelve esta duda. Por supuesto que un PDF puede tener un botón. Si el PDF es el equivalente digital a una hoja de papel, un botón en un PDF es el equivalente a empujar con el dedo un papel y mágicamente invocar un conjuro mágico. Imagina una nube rosa saliendo de repente del papel, de repente el cielo nublándose, y la tierra temblándose. De entre la nube emerge otro papel flotando que es una copia rellena con tus datos, lista para presentar.

Pero entonces, ¿cuál es la solución? Entiendo que es una opinión un poco drástica, pero bajo mi punto de vista, todo el esfuerzo en fabricar un PDF interactivo que luego necesita descargarse desde una página web pública, podría irse directamente en fabricar una aplicación web que desde el navegador permita introducir la misma información, y que al pulsar Enviar genere un PDF sobre la marcha listo para imprimir con los datos que se han introducido. Entiendo que esta solución puede resultar poco atractiva porque generar PDFs en código tampoco suele ser muy apetecible, pero opciones hay.

Es decir, que el proceso para rellenar por ordenador una solicitud de empadronamiento podría empezar siguiendo un enlace que abra un formulario en el navegador web, usando puro HTML, que pida la misma información. El formulario puede hasta estar mejor organizado, con una pantalla por sección, y con secciones que se ocultan si no hace falta. Cuando se termina de rellenar, se pulsa el botón Enviar y se obtiene un PDF inalterable que se puede mandar a imprimir y que contiene la misma solicitud rellena.

Sin embargo, hasta que llegue este día, me seguiré viendo forzado a sufrir formularios PDF, a pulsar la tecla tabulador con miedo como si estuviese desactivando un explosivo, a releer el formulario tres veces para asegurarme que están todos los datos en su sitio, y a abrir varias veces la copia rellena que he guardado o impreso para asegurarme que no he perdido nada.